El hambre, los hombres, la tierra que siembran son parte de la paz.
Los niños que crecen, culturas que enseñan, raíces de la paz.
Las caras ajenas, el que piensa distinto, son parte de la paz.
Para conseguir zafar de esta guerra de ambición,
todos los brazos, raíces, la tierra,
las manos abiertas, tendrás que convocar,
mirar al costado, bajar a los mundos que no queres mirar.
Dejar la soberbia, la hipocresía,
toda esa mentira son balas que matan la paz.
Para conseguir la paz mucho más resta por luchar,
Juntarse entre hermanos sin culpas ni llantos,
No hay desesperanza, los muertos que danzan,
Derrotado está el que no quiere luchar.”
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Reggae costeño de Juan Palomino
Legajo número 156 (anexo) de la carpeta de Domingo Quispe